Empieza preparando el arroz, ya que es lo que más tarda. Puedes usar arrocera o hacerlo en una olla, siempre sin sal, solo arroz y agua al estilo japonés. Mientras se cocina, pica las hojas de cebolleta en rodajas finas, corta el pollo en trozos pequeños y mézclalo con sake, salsa de soja, mirin y azúcar para darle sabor.
Aparte, corta la cebolla en tiras finas y bate los huevos de forma ligera para que al cocinarse queden dos tonos. Prepara también el dashi (si usas en polvo, simplemente disuélvelo en agua caliente siguiendo las instrucciones del paquete).
En una sartén, pon el dashi y añade la cebolla junto con el pollo y su marinado. Cocina a fuego medio hasta que la cebolla esté blanda y el pollo hecho.
Vierte el huevo batido, tapa y deja que se cocine al punto que más te guste. A mi me gusta taparlo, cocinar hasta que empiece a cuajar y apagar el fuego para que se termine de cocinar ligeramente con el calor residual durante unos minutos.
Por último, sirve un cuenco de arroz blanco y cubre con el pollo, la cebolla y la mezcla de huevo. Añade las hojas de cebolleta picadas y, si quieres, un toque de shichimi o sansho.